Los resultados que se muestran a
posteriori han sido obtenidos a través de distintos estudios antropométricos realizados
de forma longitudinal en el tiempo. Dicho estudios nos han permitido la
estimación de la composición corporal, así como el examen de la morfología, las
dimensiones y la proporcionalidad en relación al rendimiento deportivo, la
nutrición y el crecimiento. Todos estos aspectos se conocen y están
desarrollados por el área de la Cineantropometría.
Así, en este post, centraremos la
atención alrededor de 5 variables:
- El peso
- El IMC
- El sumatorio de pliegues cutáneos
- El % de masa grasa (atendiendo a la fórmula de Faulkner para “hombres deportistas”)
- El punto en la somatocarta
En la gráfica de la parte
superior se muestra la evolución del peso (en kg) del deportista a lo largo de
los 3 años de entrenamiento planificado.
Salta a la vista como el peso del
paciente ha ido decreciendo a lo largo del tiempo hasta encontrarse, en este
momento, en su peso ideal o “peso de máximo rendimiento”. Este es aquel que
permite al deportista encontrarse en su mejor forma física y, por tanto, rendir
al 100% de sus posibilidades.
El IMC (Índice de Masa Corporal)
muestra la relación entre el peso y la altura de una persona. Este es un
indicador comúnmente empleado para identificar el sobrepeso y la obesidad de la
población general. No obstante, este valor habrá que considerarlo a título
indicativo ya que únicamente tiene en cuenta dos variables.
Al respecto, el gráfico de la
parte superior muestra una disminución progresiva de este valor a lo largo de
los años de planificación. Es este último valor de IMC el que permite al
deportista encontrarse en su “peso de máximo rendimiento”.
Tener un valor saludable de IMC según
la OMS no significa, ni mucho menos, que nos encontremos en nuestro peso ideal
o estado de máximo rendimiento.
En este caso, en 2013, el deportista
estudiado ya contaba con un valor saludable de IMC (23’6) aunque estaría lejos
de conseguir su mejor forma física. Todavía quedaban muchos aspectos que
trabajar y mejorar.
Así, en el gráfico de la parte
superior se muestra cómo, tras realizar valoraciones antropométricas anuales, el
deportista en cuestión ha conseguido reducir casi en un 50% su sumatorio de
pliegues cutáneos (de 100’3 mm a 53 mm de tejido adiposo subcutáneo). Ello
supone, a su vez, una reducción del % de masa grasa (véase en el gráfico de
debajo), lo que permite al paciente encontrarse cerca de su estado de máximo
rendimiento.
Para cerrar el presente análisis
se hará referencia a la técnica del somatotipo, utilizada para estimar y
clasificar la forma corporal y la composición del deportista. El resultado de
dicha técnica es un resumen cuantitativo del físico, el cual se expresa en una
calificación de tres números (componente endomórfico, mesomórfico y
ectomórfico) y viene representado en la somatocarta.
En este caso, en la imagen
superior (somatocarta) encontramos señalados 3 puntos de distintos colores. El
color rojo corresponde a la valoración del 2013, el verde a la del 2014 y el
amarillo a la del 2105.
Así, en dicha somatocarta
observamos cómo, a lo largo del tiempo, el punto del deportista se ha ido
desplazando hacia la derecha, con tendencia a ir, progresivamente, hacia arriba
(lo que denota un mayor componente mesomórfico). En estos momentos, atendiendo
a su punto en la somatocarta, el deportista se encuentra en un estado
meso-ectomórfico.
Para concluir, únicamente nos
quedaría pendiente resolver la siguiente cuestión: ¿Hacia dónde queremos
dirigir nuestro punto en la somatocarta?
Para dar respuesta a esta
pregunta deberemos investigar donde se encuentra el punto de los deportistas de
élite de la especialidad deportiva que practica el sujeto estudiado, e intentar
que los valores de somatotipo de mi deportista se ajusten al máximo a los de
los deportistas de élite de esa misma modalidad deportiva.